La mezquita de Córdoba cuenta aproximadamente con doscientos metros cuadrados de mosaicos desplegados en la magnífica cúpula que precede al mihrab y en la fachada del mismo, así como en las dos portadas adyacentes que dan paso al tesoro y al sabat y que datan de los años 965 y 971. Nada similar se ha conservado en España, y aunque es lógico pensar que también pudiera haber mosaicos en la ciudad palatina de Madinat al-Zahra’, nada ha quedado de ellos, o a lo mejor nunca los hubo.
Al-Hakam quiso emular con estos mosaicos las grandes obras que realizaron sus predecesores en Damasco y Jerusalén, en cuyas mezquitas se dispusieron estupendos frisos de mosaicos bizantinos muy parecidos a los que hoy vemos en Córdoba. De todo el conjunto hispano debe destacarse la fachada del mihrab y, muy especialmente, la espectacular cúpula que la corona, por su buen estado de conservación y por la maestría que mostraron los mosaicistas al trabajar en superficies curvas.
Las fuentes nos han permitido conocer que el propio al-Hakam pidió ayuda al emperador de Bizancio para poder realizar esta maravillosa obra. El cronista Ibn ‘Idari nos dice:
…«En el año 965 se terminó la cúpula que dominaba el mihrab, trabajo que formaba parte de la ampliación de la mezquita. Fue en el mes de junio. Es este mismo año se llevó a cabo la instalación del mosaico que había enviado el rey de Bizancio. Al-Hakam le había escrito pidiéndole que le mandase un artesano, en imitación de los que había hecho el califa al-Walid ibn ‘Abd al-Malik en la construcción de la Mezquita de Damasco. Volvió la misión diplomática de al-Hakam con el artesano y con trescientos veinte quintales de teselas de mosaico que enviaba el rey de Bizancio como regalo. El califa ordenó albergar y tratar con toda generosidad al artesano, nombrando a un grupo de esclavos para que aprendiesen el oficio con él; se pusieron manos a la obra y pronto aprendieron e incluso superaron al maestro bizantino, de manera que éste volvió a su patria colmado de regalos por el califa, y los esclavos siguieron solos, demostrando que eran los más hábiles artesanos de la tierra.»…
Respecto a las teselas, éstas son de forma cuadrangular y apenas superan un centímetro en cada uno de sus lados. Están realizadas en pasta de vidrio, en caliza, en cerámica e incluso en mármol entre las que se han llegado a identificar diecinueve colores, entre los que destaca el oro, el rojo, el verde y el azul. Representan motivos vegetales, epigráficos y geométricos.
Las formas decorativas que aparecen en los mosaicos del mihrâb de Córdoba están ancladas en el estilo geométrico del arte islámico occidental; los atauriques de las dovelas del nicho han perdido el carácter imitativo de la naturaleza que todavía se observa en sus modelos bizantinos; no dan una impresión de profundidad, sino que están convertidos en un melódico juego de líneas sobre el abanico de pavo real, a que se compara el arco de entrada al mihrâb con mucha propiedad. A pesar de la sobriedad de sus tonos cobrizos y aherrumbrados constituye un contraste florido con las inscripciones jerárquicamente rígidas que llenan de letras doradas el fondo azul oscuro del alfiz.
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